martes, 13 de febrero de 2007

Ya todo está en calma

Zepporro Máximo abrió los ojos, se levantó, miró a través de la ventana, vio que estaba pronto a amanecer y pensó: soy feliz.

Reunió con carácter de urgencia a su gobierno, que se presentó al instante ya que sus integrantes viven en el mismo edifico y les comunicó la buena nueva: somos felices.

Sus ministros le miraron con gesto extrañado. Zepporro estuvo presto a sus dudas y les comunicó: podéis abrazarme.

Se abrazaron. Permanecieron largo rato abrazados. Cantaron “Viva la gente”. Cantaron “Un mundo nuevo” de Karina. Cantaron “Happy days are here again” de la gran Barbra.

Zepporro Máximo tomó la palabra:

“Han sido días de arduo trabajo retirando la ceniza. Han sido días de odio, tensión, rencor, infamias e insidias. Han sido días de temor, de zozobra, de mentiras, de patrañas, de milongas. No merece la pena. Creedme. No merece la pena. Seamos felices. Por convicción, por conducción, por convección, por radiación (¿cómo estamos de termodinámica?), por pragmatismo, por sentido común. Somos pocos. Seamos felices. Creemos un mundo ideal, de color. Abstraigámonos. Seamos simples, seamos básicos, seamos primarios, seamos biológicos. La cultura, el conocimiento, la vanidad, la soberbia, la ira y la envidia sólo conducen a la infelicidad. Quedémosnos con la gula, con la pereza y la lujuria, aderecémoslas con los verdaderos sentimientos, tales como la amistad y el amor por nuestros colores futboleros. Vivamos una realidad edulcorada con miel, néctar, ambrosía, jengibre, gelatina y remolacha azucarera. Seamos felices. Podemos serlo. Obviemos nuestro entorno. Olvidémoslo. Subamos unos peldaños. Vivamos en una atalaya. Observemos nuestro alrededor con regocijo y distancia. Seamos egoístas. Pensemos en nosotros. Seamos felices. Es una orden”.

Y fueron felices.

Y la caza es escasa en Ascensión Chirivella, pero se agenciaron unas perdices, las escabecharon y se las comieron.

Y rojiblanquín, rojiblancado, este cuento es gerundio.

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