lunes, 13 de noviembre de 2006

Arrieritos somos

Muy distinguido Embajador de la República Serenísima de la Gran Medusa en el Reino dels Forelluts:

Sirvan estas líneas para mostrar la perplejidad en que Me ha sumido su comportamiento más reciente. Jamás pude imaginar tamaña muestra de ingratitud en una persona como Usted. Ha bastado un ligero bisbiseo para que, como un resorte, se haya abrazado cual lapa viscosa al actual Presidente y haya comenzado a balbucear o balbucir frases incoherentes de adhesión inquebrantable. Su actitud es, sin duda, la mejor manera de explicar a las masas la definición de patetismo.

¡Qué distantes parecen ya tiempos remotos pero no tan lejanos! Recuerdo aquel altercado con el Barón de Ulldecona y Marqués de Ulldecorfa, cuando, tomándose unas confianzas improcedentes en un personaje de su rango, sin duda alguna motivado por esa amistad que le une a Usted con las hierbas ibicencas destiladas, se atrevió a aconsejarle que para lograr un buen sitio en la playa bastaba con soltar a la pobre cuñada del Barón que, con lo poco agraciada que era, seguro que espantaba a todos aquellos que molestaban en sus propósitos al también Marqués. Usted no puede ni imaginar las presiones que hube de soportar. Usted es incapaz siquiera de sospechar la de veces que tuve que dar la cara por Usted en diversos foros internacionales. La República, pequeña en tamaño aunque grande en prestigio allende los mares, principalmente durante Mi mandato, vio mermada su credibilidad por su culpa y Yo le aguanté en su puesto contra viento y marea hasta que las aguas, sin duda alguna gracias a Mi magnífica gestión, volvieron a su cauce.

El caso es que, viendo el desplome de nuestra República, en manos de un petimetre de bajas miras, había pensado en Usted como futuro Presidente de la misma, siempre bajo Mi tutela, claro está. Algunos lo llaman hombre de paja o testaferro. Yo prefiero llamarlo hombre de confianza. En un principio su actitud más reciente había menoscabado Mi concepto sobre Usted pero sigo pensando que su personalidad hueca, su poco orgullo y su nula vanidad le convierten en el candidato ideal para cumplir Mis propositos.

Si, por un casual, esa devoción que, de repente, se ha despertado en Usted hacia el palanganas que, actualmente y por poco tiempo, ocupa la Presidencia le nubla la vista y le impide reaccionar como espero y deseo, que sepa que guardo información sobre su persona que no quisiera tener que filtrar, y no Me refiero sólo al uso amoral por parte de alguna de sus amistades del antiguo Consulado situado en la calle Maestro Ripollés o a grabaciones donde se le ve y escucha lanzar vivas a la numeración. Me refiero a otros documentos que Usted no ignora y que, de caer en manos de la prensa le abochornarían para los restos y le harían pasto de las masas que, sin duda alguna, obligarían a que Usted fuese objeto del más terrible de los castigos: el enclaustramiento vitalicio en un antro del Perello de nombre "Grafitti", sin ningún genero de dudas, el lugar más aburrido del mundo.

Torrija, le estoy dando una nueva oportunidad, que sería la última. No Me decepcione.

Siempre excelso.

Zepporro Máximo

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