miércoles, 31 de octubre de 2007

Lorenzo

Brillante la tarde, dormido el rencor, Zepporro Máximo, paladín egregio, pulsa con brío el destino y actúa parsimonioso esperando el enésimo honor, la enésima loa, el enésimo reconocimiento. Recuperado su aspecto habitual una vez abandonada su personalidad de Doctor Milpupilas, asombrosa capacidad la de este prócer como cirujano a la par que estratega a la par que canciller, culminada la operación en apariencia rocambolesca de la liberación de los tres cretinos, sólo divertimento de esta mente cuyos designios son inescrutables para los mortales, y apenas recuperado del enorme regocijo que supuso el grotesco episodio del tarado del siete topando contra las Columbretes creyendo, en su enajenación, haber descubierto un nuevo mundo, Zepporro Máximo se atusa las cejas y se frota las nalgas antes de comenzar el acto diario de glorificación a su persona. Todos los días, al caer el sol, de manera obligatoria, toda la población, encabezada por el dilecto e insigne batallón de multichorbas y secundada por multitudes enardecidas, especialmente en su vertiente femenina, mujeres que se rasgan el pecho y suspiran por una brizna de aliento de Zepporro Máximo, por una mirada, por un lametón, por un susurro de este Apolo de Bellvedere, de este David de Donatello, el pueblo entero granmedusino, sin excepción, aclama hasta el paroxismo a su guía, a su líder, a su luz, a su estrella. Y es que todos aman a Zepporro Máximo. Todos le adoran. Todos le admiran. Todos le envidian. Todos le temen.

Y si el clamor diario es infinito, hoy es infinito más uno. Si los logros obtenidos por este hombre, digo, por este supermegadios como estadista hasta la fecha han sido portentosos, logros tales como la papilla bífida, la bufanda sarampión, la tortilla de aquelarre, la semana bisiesta, la eliminación del tres del sistema binario, el túnel elevado, el Aconcagua fraccionado, la carótida famélica, la pasión según sin so, el dominical pasiego y la semana carmesí, el último logro supera con creces lo imaginado por la humanidad: la anexión del Sol a la República Serenísima de la Gran Medusa. En una operación anfibia, y a plena luz del día, las tropas, dirigidas por Zepporro Máximo y comandadas por el inefable Mary Conde-Plahia, tomaron posesión del astro deleitándose en el asolizaje y plantando la bandera en pleno núcleo del sol sin más uniforme que una camiseta de tirantes con el anagrama de La Casera, bañador de flores, calcetines azules y sandalias. El/la/lo insigne Mary, con la bandera ondeando y su rodilla derecha hincada en el suelo, arrojó el palillo que portaba en su boca desde que partió de la República en su batiscafo camino del Sol y pronunció las siguientes palabras: -qué tendrá el verano, qué tendrá la costa, que todo el que llega aquí se coloca, coloca, coloca- palabras que vibran sin duda en el alma de todos los granmedusinos y que, sin duda, formarán a partir de ahora en primera línea de su patrimonio emocional. Hoy, como todos, vuelve a ser un gran día en la República Serenísima de la Gran Medusa. Larga vida a Zepporro Máximo. El Sol le pertenece. El Sol le obedece. El Sol se inclina ante Él. Inmortalidad para Zepporro Máximo pues su vida es nuestra vida.

3 comentarios:

GaNDuL SaGaZ dijo...

Un nuevo Luis XIV, envuelto en sus fobias y egolatría, renace de entre las cenizas. Quien lo ha visto y quien lo ve. Desde el oscuro Señorío que nos acoge queremos mostrar nuestra completa indolencia ante tan extraña maniobra, pues no necesitamos el Sol ni lo pretendemos y pretenderemos. Jamás se vio astro más inútil.

Breve pero conciso,
GaNDuL SaGaZ, Señor del Sie7e

independent dijo...

The article you wrote me said was good. Come read my Covid19

garin dijo...

This article is very good. We would like to leave a good article. To read more articles, click here >> ทีเด็ด